Parte del monasterio conocido como Santo Domingo el Antiguo, cuya
fundación se cree que se produjo en el año 1085, era en origen un palacio
construido por el infante Don Manuel a finales del s. XIII y separado de él por
una pequeña calleja. Su hijo, Don Juan Manuel, dona estas dependencias al
convento y, probablemente, la calle se incorpora al convento a finales del s.
XIV o principios del XV, convirtiéndose primero en cobertizo y posteriormente
cerrándola por completo.
La fachada
del antiguo palacio que don Manuel construye para su hijo don Juan Manuel se
encontraba enfoscada hasta el año 2012.
Estado inicial de la fachada
Localización de la fachada y de la calle en el Plano de Ibáñez Ibero (siglo XIX)
Al retirar los enfoscados modernos
aparece un arco de herradura apuntado afectado por la apertura de una ventana
moderna que formaría parte, originalmente, de una doble arquería de herradura.
Arco de herradura localizado
Situación en la fachada (estado actual)
Tanto las fuentes históricas como los
datos arqueológicos nos dicen que, probablemente, ésta sea una de las fachadas
mudéjares más antiguas conservadas en la ciudad. La fachada de Pedro I el Cruel
(actual Escuela de Traductores) sigue las líneas generales de la que se ha
documentado aquí. La sencillez de ambas contrasta, por ejemplo, con la
recientemente descubierta en Madre de Dios fechada ya en el siglo XV.
Además de este arco aparece, formando
parte de la fábrica del muro, un fragmento de cancel
visigodo reutilizado como mampuesto en la fachada.
Fragmento de cancel Visigodo
Cancel visigodo
Estos canceles eran usados normalmente para acotar
espacios dentro de los templos. Decorada en el centro con una cruz patada de
triple reborde con brazos de base recta y disco central inscrita en tondo
sogueado y con una flor acorazonada en las esquinas. En la parte inferior está decorada
con motivos vegetales.
Son
numerosos los restos conservados y relieves con temas simbólicos de las
iglesias visigodas, como canceles, pilastras, impostas… que después de
amortizados los edificios para los que fueron concebidos se reutilizan en construcciones
más modernas. Ejemplos de ello los encontramos en la ciudad en un gran número
de viviendas o edificios religiosos y casi siempre con la intención de darle un
toque decorativo a las fachadas. Recordemos, entre otros, la fachada de las
conocidas “cuevas de Hércules” en el callejón de San Gines, la torre de El
Salvador o la vivienda, rehabilitada no hace muchos años, ubicada en el
corredorcillo de San Bartolomé.
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